LAS RESIDENCIAS DE ACOGIDA
Las residencias de acogida, antes centros de menores, en el pasado hospicios, inclusas, casas cuna, han sufrido una importante transformación a lo largo de los años hasta la actualidad. El concepto en sí mismo y su nombre actual nada tienen que ver hoy con aquellas instituciones originarias.
En la actualidad, las residencias de acogida acogen a niños y niñas en situación de guarda o tutela motivada por problemas familiares, problemas de adaptación, maltrato, menores extranjeros no acompañados, u otras causas por la que el niño o la niña presente una situación de desprotección evidente.
La elevada cifra de niños y niñas acogidos y la diversidad en la problemática presentada: problemas emocionales, problemas de salud mental, maltrato, abuso sexual, problemas de conducta, hacen del acogimiento residencial la medida de protección más adecuada para dar la intervención especializada requerida.
Las revisiones a las que se han sometido el funcionamiento y formato de los centros de acogida, en un intento por ajustarse a las múltiples problemáticas y necesidades presentadas por los niños, niñas y jóvenes hoy en día, ha dado lugar a un modelo de acogimiento residencial basado en las necesidades de los chavales, en el que se exige una mayor profesionalización de la intervención y de los responsables de los centros. Se tiende a un concepto de centro de pequeñas dimensiones, donde pequeños grupos de niños conviven como harían en un hogar.
La finalidad de las residencias es prestar la atención y protección necesarias que faciliten la integridad y correcto desarrollo del niño o niña, se intenta proporcionar un clima afectivo de confianza y seguridad que proteja del efecto negativo de la separación, tanto de su ambiente familiar como del contexto social o residencial de procedencia proporcionándoles un lugar seguro, estable y familiar que desempeñe funciones de soporte, orientación y ayuda. A su vez y como comentábamos antes, los centros cumplen una importante labor terapéutica, siempre desde un entorno normalizado. En los hogares y residencias las normas y los horarios son los propios de cualquier hogar, evitando la creación de un ambiente artificial y deshumanizado, alejado de la realidad cotidiana. La vida en las residencias y hogares trata de reproducir el día a día de cualquier familia, la organización en cuanto a horarios y actividades está marcada por la etapa evolutiva de los y las jóvenes, sus características personales y necesidades.
La integración de los y las jóvenes acogidos a nivel comunitario es otro de los tantos retos a los que nos enfrenamos en el momento actual. Se ha alcanzado una mayor apertura de los recursos residenciales a la sociedad, se apuesta por la participación activa de los chavales y chavalas residentes en los recursos de su ciudad, sin embargo, la opinión pública sigue teniendo una visión distorsionada y confusa acerca de las residencias y hogares de acogida, en los que residen miles de niños y niñas y jóvenes de nuestro territorio. Es necesario un acercamiento real y desarrollar conciencia colectiva de la problemática de los niños y niñas residentes en recursos de acogida, para dar una respuesta colectiva real.