

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN EL PROCESO DE EMANCIPACIÓN
Itxaso Mondragón Lasagabáster. Vocalía Pisos de Emancipación.
El mantra más repetido al finalizar los procesos de Emancipación de cualquier persona joven de cualquier Hogar es: “lo que más me ha costado es estar sola/o” . Realmente este es el gran reto al que todas las personas en el fondo nos topamos y el poder lograrlo da serenidad.
Esta reiteración supone, al mismo tiempo, el primer y mayor desencuentro de expectativas cuando se incorporan a los Hogares y, por otra parte, el mayor de los Encuentros para quien lo logra, ya que supone un camino recorrido hacia la madurez, porque la única certeza en la vida es que vivimos con nosotras/os mismas/os toda nuestra existencia.
Pasar de un sistema de protección donde es necesaria la presencia continúa de los referentes educativos para aportar la seguridad, mantener el orden y llevar a cabo la tarea de acompañar el crecimiento de los niños, niñas y adolescentes, a un sistema donde lo que prima es aprender a gestionar la vida por uno/a mismo/a, es un salto cualitativo que se da en un breve espacio de tiempo. Evidentemente el equipo educativo de Emancipación tiene presencias en los Hogares y mucho acompañamiento emocional para sostener este proceso que en otros/as jóvenes necesita un periodo de tiempo más largo posiblemente.
La última jóven que ha finalizado su estancia y proceso en el Hogar de Emancipación, refería en la valoración de su proceso:
“Tengo que deciros que, al principio, solo tenía ganas de llorar; echaba de menos el ruido y jaleo del piso de protección; me ha costado mucho acostumbrarme a estar a solas conmigo misma, eso sí aquí he tenido mucha tranquilidad”.
Esta misma joven destaca varios temas en esta valoración, que nos hace profundizar en aquellos aspectos que cuestionan y valorar lo que se realiza con acierto.
Seguía comentando la joven:
“Entiendo que esto es como un laboratorio experimental donde las educadoras nos han hecho de guía y que hay reglas que cumplir. Aunque en ocasiones no he estado de acuerdo en el modo en que se resuelven los confictos en la convivencia, ya que unas veces se incide mucho en la mediación y sin embargo en otras ocasiones nos obligan gestionar las dificultades de la convivencia diaria. Bueno, aunque entiendo que los conflictos forman parte de la convivencia, al final lo que me llevo es un grupo de personas que son amigas, esto es algo que no me esperaba. Me he sentido escuhada y entendida, y creo que eso también se lo he aportado a mis compañeras.
Por eso me ha gustado poder compartir actividades con otras personas jóvenes de otros pisos de Emancipación, nos entendemos, nos hemos divertido y es algo bonito que ojala se hiciera más”.
Aquí podemos observar otro de los desencuentros cotidianos: intentar que me solucionen los conflictos y aquello que me cuesta, pero con un gran encuentro con personas con las que se convive, no sin dificultades, pero que al final pueden encontrar amistad, hermandad y escucha. Un camino de subes-bajas, adelantos y retrocesos en la vida con los que definitivamente avanzamos en el largo recorrido.
En definitiva, la conclusión a la que se llega tras la evaluación de esta joven es el gran desencuentro con el criterio de justicia, en el sentido de que partiendo de la premisa de que a todas las personas se les ha de exigir el mismo grado de responsabilidad (en formación, trabajo, autonomía…), siendo la causa de no pocas y acaloradas discusiones, finalmente se llega a la convicción de que cada persona es singular en su experiencia de vida y exige por respeto y ayuda que nos adaptemos a sus necesidades individuales. Este hacer es el mayor ENCUENTRO que ayuda a que pueda sentir y oler a HOGAR.
GRACIAS a esta joven que ha compartido su vida con este equipo.