El nuevo perfil de las niñas y niños de los centros de acogida.
Ismael García Mas. Fundación Diocesana San José Obrero. Vocalía Centros de Acogida
Hace poco más de un año se publicaba en esta web un artículo sobre las residencias de atención a la infancia y la adolescencia en el que se daba una pincelada a sus orígenes y al funcionamiento actual de las mismas.
Ya entonces se empezaban a vislumbrar pequeños cambios en el perfil de los niños y niñas y sobretodo de los adolescentes a los que atendemos que hacen que nuestro trabajo sea un poco más complicado, aunque también, más estimulante.
Mientras desde las administraciones y las entidades que trabajamos en la atención y la protección de nuestra infancia y adolescencia intentamos avanzar en sistemas “más amables”, igualitarios y participativos, nos encontramos cada vez más casos de chavales con problemas importantes de conducta, que utilizan la violencia tanto verbal como física a las primeras de cambio, tanto en el ámbito residencial como en el escolar, más casos de trastornos diagnosticados por las unidades de salud mental infantil… y esos perfiles se están dando no solo en las residencias para problemas graves de conducta, sino, en un alto porcentaje, en las residencias de atención general. Además, cada vez son más los casos que se nos derivan de adolescentes con problemas de violencia familiar, tanto de padres contra hijos, como de hijos contra padres y está subiendo la media de edad de nuestros usuarios, atendiendo cada vez más a adolescentes y jóvenes de entre 16 y 18 años.
No es nada nuevo que los menores rechacen su estancia en una residencia, porque lo que la mayoría desea es volver al domicilio familiar, lo que sí está cambiando es la forma de manifestarlo, con violencia, fugas constantes, amenazas de denuncia, enfrentamientos con educadores… que hacen que gran parte del trabajo del personal de dirección de las entidades se base en visitas a las dependencias policiales para interponer y retirar denuncias, en horas invertidas en comunicación de incidentes a la administración…
Y sobretodo afecta al trabajo de los profesionales de atención directa que muchas veces ven limitada su actuación a un simple trabajo de contención. Cada vez contamos con más bajas por lesiones derivadas de agresiones, por ansiedad laboral o por estrés; educadores y educadoras con reparos a dar un simple abrazo o a supervisar el tiempo de ducha o psicólogos que se plantean si es conveniente o no cerrar las puertas de sus despachos en sus sesiones por miedo a denuncias falsas.
A pesar de todo ello, nuestro objetivo es y seguirá siendo el mismo: atender y proteger a estos chavales que necesitan de nuestro apoyo para superar historias de vida muy complicadas.