

LOS DESAFÍOS DEL MALTRATO INFANTIL
Mª Paz Albiñana Hernández. Emafi Coop. V. Vocalía Acogimiento Familiar y Adopciones.
Desde el programa de acogimiento familiar desde hace meses detectamos que en prácticamente todos los recién nacidos que entran en el sistema de protección se detecta problemática por consumo de tóxicos durante la gestación. Estas conductas provocan en los niños y las niñas graves consecuencias físicas y psicológicas a lo largo de todo su desarrollo y en función de los tóxicos a los que haya sido expuesto.
Podemos encontrar prematuridad, bajo peso al nacer, síndromes de abstinencias, problemas neurológicos, y que generan trastornos secundarios como retraso psicomotor, retraso mental déficits atencionales, TDAH, trastornos de aprendizaje, trastornos de conducta, ansiedad y depresión.
Las familias acogedoras que reciben estos bebés, o posteriormente a los niños y niñas, suman a toda la tarea de crianza y cuidados una importante tarea de atención y reparación necesaria ante los déficits que presentan. Aunque cada vez más el sistema sanitario mejora y en más sensible hacia la realidad social de la infancia en protección, como por ejemplo con las instrucciones que agilizan las atenciones en USMIA, todavía es necesario brindar una gestión más eficaz e integral que desde un principio provea de la atención y estimulación apropiada para paliar los daños.
Desde la Resolución del 9 de junio de 2023, conjunta de la Dirección General de Diversidad Funcional y Salud Mental y de la Dirección General de Asistencia Sanitaria, por la cual se establece el protocolo para la coordinación en atención temprana, el uso de tóxicos se incluye como un motivo para la indicación a los servicios de atención temprana. Esto supone que se atienda desde un inicio y que las familias tengan ese soporte para favorecer su desarrollo.
Sin embargo, cuando estos niños crecen o llegan al sistema de protección con más edad, en la práctica resulta más complicado el acceso a estos servicios, ya bien sean competencia de sanidad o de educación, minimizando las problemáticas y sobrecargando a las familias.
Por ello, se hace necesario, una buena formación por parte de los profesionales dentro del sistema de los servicios sociales que permita la detección precoz de los casos con alto riesgo, así como implementar los recursos de protección cuando así se requiera. Del mismo modo, la formación a las familias acogedoras y los profesionales que apoyan los acogimientos permitirá atender en tiempo y de forma adecuada las necesidades específicas de estos niños y niñas En este sentido, una buena valoración y asignación de las familias voluntarias es imprescindible para que el acogimiento brinde las mejores condiciones de desarrollo, y prever la frustración y la sobrecarga. Finalmente, el interés y coordinación de los ámbitos sanitario y educativo, principalmente, son pilares fundamentales en el apoyo, sin los cuales, no sería posible ni sostenible para las familias poder realizar su labor de reparación.