
JÓVENES EN RIESGO DE EXCLUSIÓN EN EL SISTEMA EDUCATIVO.
Cuando la enseñanza obligatoria arrincona el derecho a la educación
Ana Fornés. Directora del centro de jóvenes Taleia de la Fundación Adsis. Vocalía Centros de Día
La edad obligatoria en nuestro sistema educativo impone que las y los jóvenes han de permanecer hasta los 16 años en el mismo. Esta edad obligatoria se fijó con la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) y es algo que se ha mantenido en todas las reformas hasta la actual Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre (LOMLOE), por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo de Educación (LOE).
Esto, a priori, se estableció como una forma de protección a la infancia y al derecho a la educación. En cambio, desde los Centros de Día, y en concreto, desde los Centros de Día de Inserción Sociolaboral lo que la realidad nos muestra es que, para algunos de nuestros y nuestras jóvenes esta protección acaba siendo una trampa.
Un tema que no tiene cabida en el presente artículo, pero que no podemos dejar de señalar es la gran desadaptación de la institución escolar en el siglo XXI y la falta de paradigmas emancipatorios para quienes habitan los márgenes. Lo que vemos son colegios e institutos donde el profesorado sobrevive como puede y donde el alumnado que no tiene suficientes factores de protección familiares o sociales acaba siendo expulsado. Saben que han sido parte del descarte, que no le importan a nadie e incluso se instala en su personalidad una especie de capacidad negativa que podríamos denominar como “supuesta incapacidad para aprender”.
Los Centros de Día se definen como recursos preventivos, recomendables para niños, niñas y adolescentes (NNA) y jóvenes que necesitan un apoyo a la socialización en su propio medio, y necesitan una orientación personal, formativa y sociolaboral, y como recursos básicos en las situaciones de riesgo. Actualmente forman parte del Sistema Público Valenciano De Servicios Sociales (SPVSS), siendo un recurso específico de Atención Primaria.
Los Centros de Día de Inserción Sociolaboral tienen por objeto promover la autonomía personal y la inclusión social de las personas adolescentes y jóvenes atendidos y proporcionar apoyo a sus familias, unidades de convivencia o personas cuidadoras, con la finalidad de prevenir situaciones de riesgo, desprotección e inadaptación social, y facilitar el itinerario de inserción social y laboral de aquellos que lo necesiten. Desde los Centros de día de apoyo convivencial y educativo el objetivo es promover la autonomía personal y la inclusión educativa y social de los NNA.
A estos chicos y chicas nadie les pregunta cómo están o qué les pasa, o qué necesitan. La mayor parte de las veces los mensajes son de desánimo en el mejor de los casos; siendo en el peor, directamente, la invisibilización. Su vulnerabilidad social supone una barrera tan grande que, si no son descartados, se autodescartan directamente ellos y ellas.
Son chicos y chicas a quienes les van pasando de curso para que sean lo menos disruptivos posibles. También son quienes dejan de ir de manera intermitente o permanente, o quienes enlazan expulsiones. Como siempre, los chicos son más visibles, molestan más, ocupan más espacio… Las chicas, en general, suelen desaparecer. Son jóvenes que acaban con muchas carencias educativas (y afectivas) y que se encuentran muy perdidos y perdidas, y que, sin un título de graduado escolar no tienen ninguna posibilidad de inserción. Muchas veces cuando empezamos a trabajar desde los Centros de Día de Inserción Sociolaboral con ellos y ellas hay que desaprender toda la imagen de sí mismos que les han proyectado y comenzar a reaprender, para poder buscar caminos y nuevas oportunidades para formarse. Es una lástima que haya que esperar a que tengan 16 o 17 años para empezar a poder acompañarles.
Para la Coordinadora de Centros de Día, que trabajamos desde los márgenes, vemos cómo para muchos y muchas chicas de entre 14 y 16 años, que ya “han sido descartados o autodescartados”, el sistema educativo no está dando una respuesta que no les expulse aún más. La fuerza de la edad obligatoria, les deja, de facto, sin acceso al derecho a la educación.
Actualmente estamos en un limbo legal dado que el actual concierto social permite ciertas excepciones para las y los jóvenes menores de 16 años: pueden acceder a los centros de día o bien con una medida judicial o bien a través de los Programas de Aula Compartida (PAC). No obstante, el Decreto 27/2023, más comúnmente denominado Decreto de Tipologías establece que la edad mínima para los CADISL será de 16 años (con excepción de la vía judicial).
A falta de que se modifique esta contradicción que excluirá de facto a un montón de jóvenes a quienes los institutos no pueden atender por su extrema vulnerabilidad, tenemos actualmente la situación de jóvenes que no pueden acceder a un PAC (porque en su IES no se ha concedido) o que no asisten (ni asistirán) jamás al instituto, pero sí vendrían a los Centros de Día (o vienen, como por ejemplo para el cumplimiento de una medida judicial, pero sólo mientras dura la medida). Y son generalmente quienes sufren mayor vulnerabilidad social.
¿Qué solución hay para las y los jóvenes que habitan los márgenes de los márgenes? ¿Por qué esperar a que tengan 16 o 17 años para empezar acompañarles socioeducativamente? Si por motivos sociales, familiares y personales se les va a acompañar mejor desde los Centros de Día, ¿Por qué no prevalece el derecho a la educación sobre la escolarización? Una intervención más temprana ayudaría a reducir sus factores de riesgo y aumentar los factores de protección, tanto personales como comunitarios. ¿Por qué nadie les escucha? ¿Por qué no se nos escucha?